A primera hora de la mañana del sábado nos ha visitado el Jefe del poblado con sus consejeros y demás autoridades locales. Nos han regalado ñames y una pintada como obsequio de bienvenida y nos han anunciado una “visita de trabajo” para la tarde.
Les hemos hablado de nuestro trabajo y de la necesidad de enviar a los hijos e hijas a la escuela para poder mejorar el futuro. Que para conseguirlo, solemos trabajar con las mujeres en proyectos de micro finanzas o de huertas. Se mejora la nutrición de la familia y se libera a los niños y niñas de trabajo doméstico para que puedan ir cada día a la escuela. Han escuchado atentos la traducción a su lengua y han insistido en poder mantener una reunión por la tarde. Hablaremos también con la representante del único grupo de mujeres que parece que esta activo en la zona.
Parece un modelo elemental, pero con el agua como punto de partida, es preciso generar oportunidades que les permitan realizar actividades generadoras de recursos para que comiencen a percibir la necesidad de enviar a chicas y chicos a la escuela persistiendo en el esfuerzo hasta que sus hijos puedan desarrollar todas sus capacidades.
Será preciso insistir mucho a la vista de las arraigadas costumbres locales comentadas el viernes, en las que los hijos e hijas se convierten desde muy pequeños en fuentes de ingresos gracias a trabajos impropios de su edad, que constituyen una clase de esclavitud fomentada por la miseria de quienes deberían ser garantes de sus derechos más básicos.
Por la mañana del sábado visitamos Somnou, un poblado que nunca olvidaré. No solo por el pozo que íbamos a inaugurar ni por las animadas danzas Tanekas ni siquiera por el espléndido shukutu que nos dieron para beber, sino porque fue el lugar donde recibimos la triste noticia del fallecimiento del Misionero de la Sociedad de Misiones Afrcanas, Jesús Fernández de Troconiz. Más de 50 años de sacerdote, la práctica totalidad en el norte de Benin. Se nos ha ido un GRANDE de la Misión. Con 76 años y precaria salud, nunca quiso estar lejos de Benin. Nikki, Perere, Kalalé,… y los últimos años Bouka.
El 31 de enero compartimos con él una jornada de trabajo y celebración. No nos pudo acompañar en las visitas a los Institutos de Bouka y Dunkassa, pero ejerció como el espléndido anfitrión que siempre fue. Al día siguiente, en Kalalé, concelebró en la misa de ordenación de Roberto Carlos como Diacono. Siempre en la brecha y declinando cualquier trato de favor. Un alavés universal que eligió Benin para dar su vida por los demás. Un gran ejemplo de trabajo y dedicación. Será enterrado en Bouka. Su última misión en la tierra. Permanecerá vivo en nuestros recuerdos y en nuestros corazones. Cuando nos parezca que ya no podemos más, nos acordaremos de Père Jesús y seguiremos pedaleando. ¡Que la tierra le sea ligera!
En Somnou, tras las danzas y los discursos y a la vista de que no hablaban las mujeres, quisimos tener una reunión con ellas. Lo hicimos alli mismo delante de todos. Al terminar trasladamos las conclusiones al Jefe del poblado y pactamos la cesión de un terreno cercano al pozo para que las mujeres puedan trabajarlo como huerta. Terminamos dando cuenta de un cuenco de shukutu.
Nos regalaron una pintada, un cabrito y tres grandes bandejas de ñame. Nos acompañaron hasta el coche ya que lo habíamos tenido que dejar a unos 300 metros del poblado al que solo se podia llegar en moto o andando.
Por la tarde teníamos planificada una visita a Wakouke, un poblado que tampoco tiene agua potable y al que solo se puede llegar en moto. Eso me ha obligado a vencer uno de mis miedos. Desde que a los 14 años tuve un percance con una vespino que acabó en el quirófano, me da miedo ir en moto. Pero si quería conocer el poblado no había más remedio que subirme en una, et voilà:
En Wakouke, se repitieron los mismos diálogos solo que en este caso las mujeres tomaron la palabra desde el comienzo.
Agua, huertas, escuela,… para evitar el éxodo rural y poder progresar.
La reunión tuvo lugar bajo un gran baobab y junto a una de las agrupaciones de casas de barro y paja. Mujeres, hombres y niños, todos de acuerdo, con un objetivo común: evitar el éxodo rural a Nigeria o Cotonou.
Condicionamos el pozo a la cesión del terreno para las huertas y les animamos a construir un apatam de palos y hojas de palmera y a contratar un maestro, para demostrar su voluntad de enviar a sus hijos e hijas a la escuela.
Lamentablemente, tuvieron una mala experiencia con un maestro que les engañó. Aceptó cobrar 25.000 francos cfa al mes (37,5€), pero luego les cobraba 15.000 (22,5€) por cada cuaderno. Cuando consiguió el dinero para una moto, desapareció. Quedamos en que desde la Misión se buscaría un maestro de confianza al que, además, se controlaría.
De vuelta a Yaoura y casi sin tiempo para organizarnos, apareció una delegación de otro poblado con las mismas necesidades que los anteriores. Antes de acabar de recoger su petición y de despedirnos, ya estaban esperando el delegado de Yaoura al frente de todas las autoridades.
Esta vez la reunión fue bastante más larga. Comenzaron a exponer sus problemas y las necesidades que ellos perciben como más perentorias. Apoyo para la escuela, electrificación del centro de salud, un nuevo pozo para el pueblo, ayuda para comenzar un proyecto de huertas para mujeres, apoyo para la creación de un centro de formación para artesanos,… Todo enfocado a intentar evitar el éxodo rural de niños y niñas a causa de la miseria de las familias.
El debate pronto entró en un círculo en el que parece que las familias están encerradas y piensan que no son capaces de salir por sí solas. Hay padres que reconocen haber recibido 300.000 francos Cfa al año por el éxodo de cada uno de sus tres hijos. Es preciso generar oportunidades en forma de actividades generadoras de recursos para hacerles autónomos sin tener que recurrir a esa fuente de ingresos tan dañina para los niños y niñas y su porvenir. Por ello recondujimos el debate hacia dos cuestiones: las huertas para mujeres y el centro de formación para el aprendizaje de oficios.
Obviamente les dijimos que cualquier cosa que pudiéramos hacer juntos no iba a ser un regalo. Que cada parte tendría que hacer lo suyo y que en ningún caso el esfuerzo iba a correr completamente de parte de la fundación ALAINE. Ellos deben dar el primer paso y nosotros estaremos ahí para ayudarles a dar el siguiente. Nunca antes.
Tras la reunión fuimos a ver el lugar donde proponen hacer las Huertas para mujeres. Se trata de una zona que pudimos comprobar que era claramente inundable en la época de lluvias y que por tanto cualquier inversión en el cierre perimetral no iba a poder resistir el embate de los torrentes que suelen producirse en esas épocas. Les recomendamos elegir otro lugar si querían contar con nuestro apoyo. No estamos dispuestos a invertir en un cierre que posteriormente se lleve la fuerza del agua en torrentera y sea necesario volver a comenzar.
El sábado no dió mucho más de sí, que ya es bastante.
Hoy domingo ha sido día de traslado. Hemos viajado hasta Manigri. Es la última misión en la que vamos a visitar los proyectos realizados y otros posibles para financiar antes de ponernos de viaje de vuelta.
Hemos comido en la misión de Bougou, más o menos a mitad de camino, donde hemos recogido las maletas que vamos acumulando de artesanía, crema de carité y cosas así.
Cuando hemos llegado a Manigri y tras un breve refrigerio, hemos tenido la oportunidad de visitar el centro Alaine de Manigri, en el que hemos financiado el equipamiento de la sala informática y de la biblioteca durante el pasado año 2019.
Mañana lunes seguiremos con el trabajo de los proyectos en los alrededores de Manigri. Mañana os lo contaremos si nos respeta la cobertura.