Otra escuela para Benin

benin-2-069preview.jpgDurante estas últimas semanas os he ido tratando de contar mi reciente experiencia en la República de Benin. Me quedan muchas historias personales y algunas anécdotas, pero serían repetitivas en lo sustancial y no quiero cansaros. A estas alturas, sé que un viaje de esta naturaleza es algo, que deberíamos hacer todos, al menos una vez en la vida. A mi me encantará repetirlo dada mi situación,… pero no me engaño, también sé que soy más útil aquí.Y de eso quiero hablaros hoy. De lo útiles que podemos resultar desde aquí.

El pasado 27 de mayo, publiqué “El viaje (II)” La segunda de las entregas en las que traté de resumir mi itinerario en el África Subsahariana. En ese post os contaba que visitamos Weé weé y que pudimos comprobar “in situ”, la enorme necesidad que tienen de una escuela. Más de 300 niñas y niños en clase bajo los árboles. Otros hacinados en barracones y otros en chozas de barro y paja. En aquel post y en la nueva web de la Fundación Alaine, recien estrenada, tenéis las fotos.

En nuestra visita del pasado mes de mayo a las actuales instalaciones, acompañados por las autoridades locales, comprometimos la financiación. Sellamos el “compromiso” y compartimos la foto de cabecera. Ahora nos toca hacer realidad aquella promesa.

Afortunadamente, no partimos desde cero. Cuento con el regalo que me hicieron los que pudieron venir a mi despedida de BBVA. Con la complicidad de los organizadores, dije que no quería bandejas conmemorativas ni cosas así. No me hacen falta para guardar el mejor de los recuerdos de mis compañeros de trabajo. Dije que el mejor regalo que se me podía hacer era un ingreso en la Fundación que constituimos a nombre de nuestra hija. Que nos ayudaran a cumplir sus objetivos. Así lo hicieron. Gracias a la generosidad de aquellos compañeros y de otros que no pudieron venir, hoy tenemos 5.401,50 euros disponibles. Los primeros para la escuela de Weé weé.

Pero hacen falta más. La reciente escasez de cemento en Benin y su consiguiente carestía no ha remitido más que parcialmente. El suministro está restaurado y por tanto, la actividad especulativa desactivada. Pero aún así el coste de las obras se va hasta casi los 22.000 euros. Algo más de 14.500.000 de francos CFA. En la nueva web de la Fundación Alaine tenéis las coordenadas bancarias si queréis colaborar. Si además os registráis, os mantendremos informados de los avances que se vayan produciendo.

Quiero además contaros, cómo se construyen las escuelas en Benin. En varias ocasiones he
comentado alguno de sus aspectos en el Blog, pero nunca en su totalidad. Uno de los grandes aciertos en ese proceso de construcción, es que se implica de una manera muy acertada a la población candidata. En el caso que nos ocupa, la Población de Weé weé, ya ha comprado 6 hectáreas de terreno por unos 2.250 euros.

En primer lugar, cada población aspirante debe dar una clara muestra de su idoneidad, construyendo unas chozas de barro y paja donde acuden sus hijos diariamente. De esa forma, hacen patente su firme disposición a la correcta escolarización de sus hijos. Así, durante al menos un año, los niños inician un esbozo de escolarización de la mano de lo que llaman “Repetiteur” Estos son, personas generalmente con algún estudio de Secundaria.

En segundo lugar se implican en la construcción de la nueva escuela. La financiación que se obtiene de terceros, se destina fundamentalmente al cemento y al trabajo de los albañiles. La limpieza del terreno, la grava, la excavación de la fosa séptica, la madera para andamios,… incluso la comida de los albañiles, corre de cuenta de la Población beneficiada.

Por su parte el estado, asigna un Director a cada Escuela en cuanto se compromete la financiación. Esa persona durante el tiempo de las obras será además el Aparejador Jefe de las mismas. Controla a los obreros, coordina el esfuerzo de la Población, asegura los suministros y proporciona retorno a los financiadores. Esas importantes tareas, permiten generar notables ahorros.

De esta forma, además, cuando la escuela se inaugura, es el resultado de un esfuerzo colectivo, en el que os puedo asegurar que nosotros nos llevamos una parte quizá más sencilla, pero que a ellos les resulta imprescindible. Sin esa financiación deberían esperar a que las instituciones locales, desbordadas por otras necesidades más perentorias, acometiera la inversión. Eso, sin ser un experto, supondría al menos perder una generación. ¿No os parece que merece la pena?

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