En estas últimas semanas estamos asistiendo a un recrudecimiento de la situación económica cotidiana. Ya no se trata de que en la televisión o en la prensa se nos reciten los males que han llegado del exterior o los que hemos sido capaces de generar nosotros solos. Ya no son sólo cifras de paro, de despidos o de quiebras de compañías. Ya no son cosas que leemos y luego nos olvidamos. Ahora se trata de algo mucho más concreto. Ahora se trata de personas que conocemos y eso parece que nos afecta más. Eso hace que los problemas económicos derivados de la crisis, tengan cara y ojos.
Ahora ya todos conocemos a alguien que está afectado por alguno de esos ERE’s o directamente por despidos o a alguien que se ha visto obligado a cerrar su pequeña compañia por falta de negocio, por impagos de terceros o cualquier otra cosa de ese tenor. Conocemos a muchos y eso nos da mayor cercanía de las consecuencias económicas de la situación financiera internacional sumadas a nuestra particular crisis inmobiliaria.
Efectivamente, conocemos a muchos, pero a muchas otras de esas personas no las conocemos. Solo las vemos, o incluso a veces ni eso. A veces probablemente pasamos junto a ellas y ni nos damos cuenta de su existencia. Entonces,… ¿Cómo nos vamos a dar cuenta de sus problemas?
Los hay con papeles y sin ellos. Con diferente tono de piel, o con el mismo.
Hoy transitando en el Metro de Madrid, he visto a muchos de ellos. Unos tocaban la guitarra y cantaban boleros, pasando después “la gorra”. Otros simplemente viajaban,… aparentemente cansados. Muy cansados,… derrotados, con la mirada perdida en el suelo. Y me ha dado por pensar que si, como parecía, estaban en el paro o simplemente sin trabajo, quizá estuvieran pensándose qué hacer.
Quizá pensaran en la parte de la familia que se quedó en su tierra. Quizá pensaran en que si no les puedo ayudar ya desde aquí, mejor me vuelvo y les ayudo allí.
Quizá pensaran también en lo que dejan aquí si se vuelven allí. Cosas tan relevantes para quien no las tiene como el libre acceso a Sanidad, Educación,… Cosas que nosotros damos por sentadas por su cotidianidad, pero que quien ha vivido mucho tiempo sin ellas sabe valorar mucho más que nosotros.
Los que vivan aquí casados y con hijos, … esos probablemente no volverán. Aguantarán el chaparrón, la tormenta o el huracán, pero sabiendo que garantizar a sus hijos un adecuado nivel de educación, es la mejor manera de garantizarles un futuro mejor.
Por eso ayer, mientras volvía a casa en el metro, pensé que teníamos que seguir esforzandonos para conseguir EN TODO EL MUNDO, que derechos fundamentales de cualquier persona como son el libre acceso a la educación y a la sanidad sean cada vez más habituales. Seguir trabajando para conseguir que NADIE tenga que dejar su casa, su país, su familia,… para acceder a “esas cosas” de primer mundo. Conseguir que la libre circulación de trabajadores sea una opción para todos y no una obligación para nadie.
Por eso estamos haciendo colegios en Benin. Por eso este fin de año nos vamos a plantear uno más. Esta vez de Secundaria. En breve os lo contaré.