Estamos en el Año Internacional de la Patata.
No, no se trata de un anuncio de una Feria Agro, ni de un año del calendario Chino (Creo que estamos en el año de la Rata). Se trata de un intento desesperado de reducir de una forma drástica una de las peores enfermedades que asola el mundo y especialmente el mundo infantil. Estamos ante una de las enfermedades que causa más muertos y desde luego, la peor teniendo en cuenta que cualquiera de nosotros conoce el remedio individual para “curarla”, y no podemos hacerlo. Estamos ante la peor enfermedad. Estamos ante el hambre.
Leo estos días una noticia que habla del Año Internacional de la Patata, de sus bondades nutritivas, vitamínicas,… y de que más de la mitad de las patatas que se producen en el mundo fue en los países en desarrollo. Las noticias además dan otra serie de datos, mucho más preocupantes. En la actualidad, casi 900 millones de personas pasan hambre en el mundo. De ellas el 90% en los llamados países en desarrollo, y sólo el 1% en los países industrializados.
En los últimos 50 años, al parecer, se han invertido 3.200 millones de dólares y los resultados no se ven. Desde 1990 sólo se ha conseguido reducir en 3 millones el número de personas que pasan hambre. A la vista de estos datos, se antoja imposible alcanzar el primer objetivo del Milenio: Reducir a la mitad el número de personas que pasan hambre en el Mundo.
Siento una especial rabia, cuando leo informes que sostienen que “si se implantan medidas de nutrición o de higiene, podrían evitarse anualmente el 25% de las muertes infantiles” Rabia y un inmenso sentimiento de pequeñez, de inutilidad. De impotencia y perplejidad ante un mundo que sabiendo cual es la solución, no encuentra la fórmula para aplicarla.
Es claro que no debemos cejar en el empeño. Hay que persistir en el esfuerzo,… pero hay que buscar mayor eficacia. No solo debemos dar, sino también enseñar a usar, a crear,… no solo dar la caña, sino también enseñar a pescar. Una de las medidas estructurales o de largo plazo que recomienda el recientemente publicado informe The Lancet, está muy en línea con los objetivos de la Fundación Alaine: “se trata de conseguir la igualdad de la mujer a través de la educación y del acceso a las estructuras de poder político, económico y social”.
Por eso desde la Fundación Alaine, conscientes de que hay
que poner foco en las bases del problema, estamos fomentando las escuelas y becando empleos, sobre todo femeninos y de utilidad para el futuro. Ahora bien, a la vista de la situación, buscaremos una fórmula que nos permita – en esto también – aportar nuestro granito de arena en la lucha del corto plazo. Os avisaremos.