Vivir sin petróleo

petroleo.jpgEn estos días, las conversaciones triviales ya no pasan por el estado del tiempo. El Clásico,… “pues parece que no llega el verano” o “como siga sin llover,…” han dado paso a otra cuestión que dudo que sea tan efímera como han resultado ser las anteriormente citadas. Nos estamos instalando en un fatídico “no sé donde vamos a llegar” normalmente referido a los precios y sobre todo a su aparentemente único generador: El precio del petróleo.

Efectivamente, no sé dónde va a llegar el precio del petróleo. Para eso hay expertos que hacen previsiones y además las explican estupendamente. Lo que sí sé – porque parece obvio – es que los precios altos están aquí para quedarse al menos una buena temporada. Y eso debería animarnos a reducir nuestra dependencia del Petróleo. ¿Cuantas “depresiones/recesiones/crisis/desaceleraciones” necesita el primer mundo para decidirse? ¿Hay alguna organización potente que esté buscando EN SERIO una alternativa? ¿No será que pese a su precio actual sigue interesando tirar del petróleo por intereses más o menos poco confesables?

La verdad es que no tengo respuestas, pero pensar en ésto me ha llevado a meditar sobre otro elemento bastante más relevante para la subsistencia humana que el petróleo. Otro elemento que a diferencia del petróleo resulta muy barato en el primer mundo y muy caro en el tercero.
Algo sin lo cual, simplemente no podríamos subsistir. El agua. Algo que es muy abundante en algunos sitios y muy escaso en otros. Muy fácil de obtener o tremendamente caro. De alta calidad sanitaria o foco de enfermedades.

agua.jpgEl agua dulce, es un bien básico indispensable para el ser humano. Somos, en un 75%, agua y necesitamos renovarla a un ritmo de aproximadamente un litro y medio al día, de media. Curiosamente algo tan necesario es a la vez algo poco valorado. Al menos en el primer mundo. Su precio y su ubicuidad, nos mueven a un consumo despreocupado, muy lejos de la conciencia de ahorro generalizada en el mundo que gira alrededor del petróleo, tras la carestía de los 70s. Y sin embargo, sin petróleo podríamos vivir, pero sin agua no.

Hoy en ningún lugar del mundo, se paga el coste real del agua. Ni en los consumos urbanos ni en los rurales. En Europa, existe una directiva marco del agua (DMA), que pretende igualar al alza los precios. Hasta el coste real del agua. Incluyendo el transporte, la canalización y la depuración. Hoy en Santander o León, sus ciudadanos pagan hasta 4 veces menos por metro cúbico que los habitantes de Las Palmas o Palma de Mallorca. Estos últimos están más cerca de quienes viven en Zurich o Bruselas, pero probablemente también verán cómo sus precios siguen al alza.

distribucion_agua_mundo.JPGProbablemente, esas subidas de precio (la DMA nos da tres años para adaptarnos) no sean populares, pero deben ser solidarias. Deben inducir al ahorro. Racionalizar el consumo, no es una opción. Es una imperiosa necesidad. En un mes, por mucho que haya llovido, no debe permitirse pasar de “necesitar un trasvase” a “poder lavar coches con manguera” No es lógico visto con una perspectiva global. Sigue habiendo zonas desabastecidas. No podemos permitir la micro-gestión de las cuencas hidrográficas. Esto es tan importante que se debería tratar como el petróleo. Con precios y políticas globales que favorezcan el ahorro y las inversiones que a menudo necesiten esos ahorros. No podemos seguir con actuaciones “micro” que lo único que hacen es aumentar las desigualdades internas en los paises y en definitiva en el Mundo. Cómo pretendemos ser solidarios con el tercer mundo si no somos capaces de serlo con otras regiones del mismo país.

En un estudio reciente sobre seis regiones norteamericanas, dos economistas, Beattie y Foster, concluyeron que un aumento de un punto en el precio del agua puede reducir su consumo entre un 3,7% y un 12,6%. Me temo que será el único camino porque probablemente podamos vivir sin petróleo, pero no podemos vivir sin agua.

Y acabamos de inaugurar la Expo del Agua.

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