El 21 de enero de 2020, estuvimos en Souka y os lo contamos (leer Cronica 2020 de Souka) Nos pidieron una perforación para suministro de agua y vuestra generosidad, sus aportaciones y el trabajo de nuestras contra partes la hicieron posible.

Hoy hemos ido a verles para comprobar el buen funcionamiento de la bomba y la marcha de las cotizaciones para garantizar el mantenimiento y con ello el buen funcionamiento durante muchos años.
Llegar no ha sido fácil. La ruta estatal que une Parakou, la ciudad más grande del norte de Benin con Nigeria, es un auténtico desastre, pero cuando la hemos dejado atrás en dirección a Souka la cosa se ha complicado mucho más.
Hacia dos años que no pasábamos por allí y las dos estaciones de lluvias que nos separan de nuestra anterior visita, han destrozado una ruta que ya no era buena. Hoy por hoy es una ruta casi exclusiva para motos conducidas con la habilidad con la que saben hacerlo aquí. Hemos tenido que atravesar varios cauces estacionales. En uno de ellos la población había preparado un frágil puente que quería “facilitar” el paso. Lo hemos conseguido pero con suspense,…
Una vez en Souka, hemos podido comprobar que todos están encantados con la bomba.
Hoy es sábado y por ello buena parte de las porteadoras eran niñas, pero en Souka no hay escuela y estamos seguros que pronto nos pedirán comenzar con una escuela semilla ya que por cada esquina aparecen niños y niñas. Os lo contaremos.
A la vuelta, una vez superados los “marigós” y su improvisado puente, hemos ido a visitar al grupo de mujeres de Sware, una población sobre la misma ruta que conduce a Nigeria y a 7 kilómetros de la frontera. Ellas están ya en la fase de intentar tener unas huertas y esta temporada lo están intentando junto a un marigó que todavía lleva agua.
Por lo demás están limpiando el terreno y tratando de organizarse para repartir el espacio y comenzar el trabajo más productivo.
Durante la visita, a Arantza se le ha roto una chancleta y cuando hemos comenzado a buscar una pequeña cuerda para salir del paso, la mujer que estaba junto a ella le ha ofrecido las suyas y se ha quedado descalza pese a que el camino que nos quedaba de vuelta al pueblo era bastante escarpado. Una vez junto al coche, Arantza se las ha devuelto y les he sacado una foto. La mujer feliz y nosotros también.

Tras una mañana de mucho traqueteo, hemos regresado a Kpari para comer y descansar un rato. Por la tarde, como es sábado, toca catequesis.


Una de las dificultades habituales en este entorno rural es la pluralidad de lenguas. Esto se acrecienta con los niños pequeños no escolarizados que no hablan francés sino cada uno su lengua materna propia de su etnia. Hasta en cuatro lenguas, además del francés hemos escuchado repetir las mismas cosas. Junto a estas líneas un jovencísimo traductor que ya controla varias lenguas locales y que supone una enorme ayuda para las hermanas en esta tarea con los niños más pequeños.


La verdad es que ha sido una delicia compartir con los niños y niñas y con las hermanas la sesión de catequesis. Hoy tocaban las bodas de Canaan y las caras de los niños eran un auténtico poema.
Antes de la cena hemos aprovechado para entregar un regalo a las hermanas argentinas. Les hemos traído el “Atlas de Patología médico quirúrgica en África” escrito, entre otros por nuestro amigo Fernando Rivilla, cirujano pediátrico.

Se trata de la recopilación de la experiencia clínica de cinco profesionales sanitarios, en sus viajes al terreno por diversos países africanos, practicando la cirugía. El libro pretende ser una ayuda a los más frágiles y ha sido editado por la ONG Paliativos sin Fronteras. Seguro que en Kpari resultará de utilidad.
Mañana es domingo, pero también nos toca trabajar y espero poderlo contar, con permiso de la cobertura. Afortunadamente en Kpari no nos está tratando demasiado mal pese a ser una zona muy aislada. Mañana hablaremos de Prouka Koubarou.

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