Primer domingo de nuestra estancia en Benin. Siete días desde que comenzamos esta Cronica del viaje 2022, junto a Satur, desde la parroquia de San Francisco de Paula en Entrevias y nos parece que hace ya mucho más tiempo que llegamos a esta parte del mundo que hemos elegido para tratar de cumplir el sueño de ALAINE de que todos los niños y niñas del mundo puedan elegir su futuro.
Supongo que debe ser el constante cambio de actividad, de poblado, las emociones a flor de piel,… convivir con gente que no tiene casi nada y que todo lo comparte. Compartir con gente que te pide y te da a la vez, pero que sea cual sea nuestra respuesta, te despide con una sonrisa y supongo, que con la esperanza de volvernos a ver.

Hoy hemos ido a Proukakoubarou, una población perdida en la maleza junto a la frontera de Nigeria. Para llegar hemos tenido que traquetear por la RNI6 hacia Parakou durante unos 15 minutos para girar hacia la izquierda y seguir durante 20 kilómetros por una pista que volvía hacia la frontera. Algo más de una hora en total.

Pero antes hemos asistido a la misa en la iglesia de Kpari. Hoy recibían la visita del Arzobispo de la Diócesis de Parakou. El párroco habitual no estaba.
Teníamos un cierto miedo por la afición local al incienso y los eternos sermones, pero nos ha sorprendido la cercanía y sencillez del Arzobispo. Ha llegado solo, conduciendo su coche, ha saludado y ha celebrado él solo. La verdad es que la iglesia no daba para mucho más, pese a la extensión que tienen preparada, con palos y hojas, a la entrada de la Iglesia.
Nos ha “despachado” en 90 minutos a pesar de que las lecturas y el sermón se han repetido en francés y en batonou, la lengua de los Baribas, que casi todas las etnias de la zona conocen. Como ya le habíamos saludado al llegar y le habíamos explicado el porqué de nuestras prisas, hemos salido pitando hacia nuestro destino. El trabajo es lo primero. El Arzobispo se ha quedado a comer con las dos hermanas que no han venido con nosotros. Nosotros nos llevábamos bocatas y botellas de agua.

En la segunda parte de la ruta, ya por la maleza, nos han sorprendido una serie de señales de tráfico. No suele haberlas por ese tipo de pistas pero hoy varios puntos estaban señalados como peligrosos ¡por los badenes! La segunda señal en la foto es triangular, por tanto de peligro pero en su interior se aprecia el mismo dibujo que el de la señal típica de prohibido adelantar. Traducción: ¿peligro al adelantar?. En fin, no hemos podido por menos que alabar el sentido del humor del autor. Los badenes son algo inherente a las carreteras en esta parte del mundo y los adelantamientos en las pistas de tierra, no son peligrosos sino mucho más que “lo siguiente”
Cuando hemos llegado a Proukakoubarou, las mujeres nos estaban esperando. En el pasado habían realizado la petición de agua para suministro de la población y para las huertas y les habíamos destinado la financiación que inicialmente habíamos previsto para Dago Bokó, un poblado no muy lejano cuyos habitantes fueron incapaces de cotizar por familia la cantidad necesaria para cubrir su parte de la financiación total necesaria.
Nunca financiamos el 100% de un proyecto. Los beneficiarios deben aportar una parte, en especie o en dinero. Lo que no cuesta no se valora. Esa aportación inicial nos asegura que la necesidad es real y ¡de todos! A la vez que nos indica, en el caso de pozos y perforaciones, que posteriormente los habitantes seguirán cotizando para asegurar el mantenimiento de la instalación.
Tras los saludos de rigor nos han llevado a visitar sus huertas. Las están preparando con sus propias fuerzas. En este caso sólo han recibido la ayuda del agua y la colaboración de Remy, un estudiante de último curso del Lyceo Técnico Agrícola de Kika, la población cercana más grande y en dirección Parakou.
Hemos visto el agujero en el suelo que usaban el año anterior para coger el agua. Todavía le queda algo de agua, por la cercanía de la estación lluviosa. Pronto la perderá. Hemos visto también la cerca que están preparando con recios postes de madera. Tienen cerca un gran asentamiento de la etnia Peulh que son ganaderos y pastorean grandes rebaños de vacuno por la zona. Es preciso perimetrar totalmente las huertas pues suponen un indudable atractivo de apetitoso verdor rodeado por un secarral durante muchos meses al año.

De vuelta al centro del poblado, las mujeres nos han hablado de sus dificultades, nos han preguntado por nuestra experiencia en huertas y proyectos similares. Nos han pedido recomendaciones para paliar su situación y la de sus familias.
Las huertas las van a trabajar mujeres de 4 etnias diferentes (Baribas, Goumantché, Pila pila y Gnendé), con un reparto proporcional del terreno. Una hectárea que rodea el pozo. Pese a la disparidad de origenes, les hemos visto en todo momento unidas y sin problemas de relación.

En esta ocasión, como en tantas otras, los hombres observaban sin intervenir, hasta que el jefe del poblado se ha acercado para añadir un tema más al debate: la ganadería de pequeños animales. Cabras, ovejas, conejos, gallinas, pintadas, cerdos,… ¿cerdos? ¿Pero la población no es musulmana? Si, pero en las fiestas,… ya se sabe. Por otro lado, también se pueden vender en Parakou,…
Como resumen, el grupo de mujeres solicitan apoyo para añadir cerca metálica a los postes que están poniendo ellos, repartir el agua por el terreno, ayuda con las semillas, que continúe la tutoría de Remy y están de acuerdo en compartir con los hombres esa pequeña granja que situarían junto a las huertas y que les ayudaría con el compost.
Atentos a todo y bastante formales, los niños y niñas asistían a la reunión tal vez conscientes de que al final iban a ser los protagonistas.
Por último y como pasa SIEMPRE, tras el agua y las huertas, la conversación recala en LA ESCUELA. Proukagoubarou ya tiene una escuela que es oficial. El estado paga un único maestro para todos los niños y ha tenido que ser la población la que ha sufragado el edificio en el que los niños y niñas asisten a clase.

Pese a ser domingo los chicos y chicas han estado encantados de entrar en su escuela en cuanto la han abierto para enseñárnosla.
Un edificio de barro muy dignamente construido con techo alto y bastante bien ventilado si tenemos en cuenta los gustos locales. Al día de hoy solo tienen 3 cursos: CI, CP y CE. Introductorio, Preparatorio y Elemental. Les faltan 2 cursos más. Demasiado para un solo maestro y un pequeño edificio.
A la fecha tienen 7 chicos y 5 chicas en Elemental contado con los 2 abandonos entre las chicas. 15 chicos y 8 chicas en Preparatorio y 25 chicos y 21 chicas en Introductorio. En total 81 alumnos que pronto serán muchos más. Hoy por hoy solo disponen de unas bancadas al aire libre para cuando tienen que separar a los alumnos de CI de los de CP que comparten una de las dos aulas que están cubiertas.
Nos han despedido con el cariño y las sonrisas de siempre y por supuesto han querido hacernos un regalo. Algo que ellos tienen pero que no les sobra en absoluto,… ¡Ñames grandes! Materia básica para el tradicional Igname pilé que tanto nos gusta con salsa de arrachid y queso Peulh.
Tras la foto con ellas y su regalo, nos hemos puesto de vuelta y comido el bocata en el coche. A las 16:00 en Kpari. Hoy es día de mercado y además tenemos que hacer las cuentas con las hermanas.
Terminadas las cuentas y revisados los proyectos, cena de domingo: pizzas artesanas y ensalada.

Mañana nos toca educación. Visitaremos la escuela PAEFFE y la escuela de pre escolar. También volveremos a Bongowerou. Las mujeres quieren proponernos algo. Os lo contaremos.
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