Son tantas las tareas que hay que
realizar que a veces se me antoja imposible alcanzar a todas.
En la Fundación Alaine, desde el comienzo, tomamos la decisión de trabajar sin gastos de estructura. En la práctica nacíamos en 2007, en un ambiente de crisis de confianza en el Sector y conscientes de nuestra pequeñez, queríamos conseguir que todo lo que fuéramos capaces de recaudar, llegara íntegro al objetivo que habíamos explicitado. Para ello pensamos en no tener personal contratado y en no pagar por obtener determinados servicios.
Aquel año conseguimos financiar un solo proyecto: nuestro primer módulo de aulas para escolarización primaria. Fue en Kalalé. En 2012 han sido 21 los proyectos financiados. Educación, Salud, Promoción de la mujer,… Una larga lista de “generadores de sonrisas” que nos llena de responsabilidad de cara a volverlo a conseguir en 2013.
A lo largo de esos años, la sensación con la que abría este post, ha sido una constante. Afortunadamente, a lo largo de esos años, han sido muchas las personas que se han acercado a ayudar y que han hecho que con su colaboración, pudiéramos llegar y cumplir con todo lo necesario.
En las cuentas, el control de gestión, la tecnología, los cálculos técnicos, la comunicación,… contamos con personas que de forma desinteresada están a la espera de una oportunidad para poner sus capacidades a nuestro servicio. Gracias a ellas, no sólo llegamos sino que además lo hacemos “sin gastos de estructura central”
¿Y en el territorio de actuación? Allí la situación es similar. En 2007 no conocíamos Benín, Togo o Guatemala. Hoy ya hemos realizado 10 viajes a esos territorios y aún así, nuestro conocimiento se encuentra a años luz del que poseen nuestras Contrapartes. Esa fue otra decisión acertada de nuestros primeros momentos: trabajar sólo con Contrapartes Misioneras. Varias de ellas tienen más de un siglo de experiencia sobre esos países. Siempre junto al más necesitado. Trabajando para aquellos a los que nosotros queremos ayudar y haciéndolo con unas eficacia y eficiencia envidiables y por supuesto, con una sonrisa. Y, por supuesto, sin costes añadidos.
Con ellos aprendimos la cooperación. Nos enseñaron que la dignidad del desfavorecido recomienda trabajar juntos. Que cada uno aporte lo que pueda. Ellos su trabajo, nosotros la financiación de una factura minorada por ese trabajo. Así juntos, llegamos más lejos y con más acierto.
Estas son nuestras fortalezas. Algo que solo es propio, por la generosidad de los Voluntarios de aquí y por la disponibilidad de los de allí. Porque dedican su tiempo a ayudar a los demás y nos hacen más fácil nuestro objetivo de financiación. No en vano todos los proyectos financiados siguen funcionando, siendo útiles para aquellos junto a los que fueron creados.
Hoy quiero agradecer su ayuda a todos los que nos la prestan. Hoy quiero reeditar el compromiso de seguir estando a la altura de las necesidades, de la valía de nuestros Voluntarios y a la de nuestras Contrapartes. Eso es lo que querría Alaine.