Hoy abordamos el capitulo definitivo, que no el último de aquellos en los que dividí – por su extensión – el trabajo realizado por Borja acerca de las limitaciones del mercado laboral para las mujeres . El llamado techo de cristal. Ahí va esta entrega:
Ante una cuestión tan compleja y tan arraigada en nuestra cultura, no se pueden plantear soluciones rápidas o inmediatas, ni siquiera de forma parcial. Como ya he comentado en las Conclusiones, se antoja imprescindible combatir las barreras descritas anteriormente con medidas paliativas que contribuyan a mejorar de forma paulatina y consistente, el estado actual de la cuestión.
Dichas medidas deben partir simultáneamente de iniciativas públicas y privadas. Deben combinar la necesaria mentalización derivada de las medidas políticas globales y la aplicabilidad práctica cotidiana del día a día empresarial, sin olvidar el necesario refuerzo de las convicciones personales.
Así, el Legislativo deberá:
· Generar directrices a seguir e indicadores sensatos que faciliten el seguimiento desde todos los ámbitos del problema:
· % del empleo hombre / mujer (no sólo en los Consejos de Administración)
· Grado de satisfacción de los empleados con las medidas de cada empresa
· % de varones que utilizan el permiso de paternidad y/o excedencias para cuidar hijos o ancianos dependientes
· ….
· Concretar leyes en torno a la maternidad/paternidad con medidas concretas de conciliación, incluso en el ámbito de las reformas laborales.
· Promover ayudas a las familias con subvenciones directas.
· Generar ayudas indirectas y fiscales.
· Patrocinar infraestructuras como las guarderías.
· ….
En este sentido, conviene destacar que en los Presupuestos Generales del Estado para 2008, las partidas destinadas a políticas de igualdad, suponen el doble que aquellas otras dedicadas a vivienda. Aún siendo esta última una de las más favorecidas.
Por su parte, el sector privado debe tomar medidas claras y tajantes de conciliación laboral-familiar en general y de equilibrio de oportunidades en particular. En la actualidad, la mayoría de las empresas ofrecen puestos de trabajo especialmente diseñados para empleados varones, como una única fuente familiar de ingresos y con horarios incompatibles con las necesidades de cuidar a personas dependientes (niños y/o ancianos) o de construir un hogar. Eso debe cambiar y está cambiando. La excesiva prolongación de los horarios, la discriminación de la maternidad, la falta de horarios flexibles,… debe dar paso a un esquema de trabajo que permita a las
empresas retener para cada puesto “al mejor” independientemente de que sea hombre o mujer.Y entre todos debemos cultivar el necesario equilibrio entre Trabajo y Familia como cuestiones colectivas asociadas a las prioridades individuales de cada persona (sea hombre o mujer)