En los últimos post publicados, he procurado destacar alguna de las características fundamentales – a mi juicio – del mundo de la cooperación para el desarrollo. Hay, sin embargo, otras muchas facetas que caracterizan y condicionan las actividades de las ONL / ONG y que incluso pueden llegar a suponer una fuente de estrés muy superior a la que pueda llegar a proporcionar la más frenética actividad laboral.
Algunas de ellas, no resultan del todo obvias para quienes no se dedican – desde dentro – a pensar en las formas de conseguir los objetivos planteados, o en las
fórmulas de trabajo necesarias para ello. Como en casi cualquier otra actividad de comercialización o venta, desde las ONL, también se necesita poder transmitir a las fuentes habituales de financiación, las necesidades concretas a cubrir. Esto puede resultar sencillo, cuando desde todos losTeleDiarios, se da cobertura a las grandes catástrofes naturales recién acaecidas. pero cuando se trata de crisis humanitarias crónica, suele resultar mucho más dificil.
Para ilustrarlo, bastan un par de estadísticas. Según datos del reciente Informe Mundial sobre Desastres 2006 de la Cruz Roja, la cobertura que los Medios de Comunicación realicen de una crisis, ejerce una enorme influencia sobre la asignación de recursos. No suele depender del número de afectados o del país del que se trate, sino del interés que se suscite en el Primer Mundo. Como ejemplo, el Tsunami de 2005 “recibió” 1.241 dólares por beneficiario. Mientras otras zonas como Guyana, Chad, Costa de Marfil, Malawi o Niger, victimas de hambrunas crónicas, solo “merecieron” 27 dólares por necesitado. ¡Casi 46 veces menos!
Pero, no acaba ahí la cuestión. También dentro de la categoría de desastres, se producen tremendos desequilibrios. En concreto, el huracán “Katrina” con 1.300 muertos tuvo una cobertura mediática y por tanto económica, muy superior a la del “Stan” que acabó con 1.600 vidas. El huracán que arrasó las costas estadounidenses del Golfo de Mexico, generó 1.035 artículos en la prensa occidental. En cambio cuando el Stan embistió Guatemala solo mereció 25 artículos. ¡Más de 41 veces menos!
Incluso dentro de esos desastres, resulta razonablemente sencillo llegar a los hogares del Primer Mundo junto con las noticias y obtener unas ayudas que bien canalizadas suponen un oxígeno imprescindible. Pero la cuestión no suele acabar ahí. Normalmente cuando ya se ha perdido el protagonismo en los “Medios”, las necesidades siguen siendo importantes. Entonces resulta más dificil obtener ayudas humanitarias. Ese es el desafío al que se enfrentan las ONG / ONL en todo el mundo. Conseguir que las ayudas fluyan, no al arbitrio de las catástrofes, ni de su repercusión mediática, sino en función de las necesidades reales. No solo al epicentro de un terremoto o al ojo del huracán y no solo en el momento que se producen sino también mucho después y en muchos otros sitios, donde el desastre es la cotidiana carencia de lo más imprescindible. Eso suele ser menos noticiable, pero normalmente y en “tasa anual equivalente” mucho más dramático.