Crisis en el Primer Mundo,… Drama en el Tercero

En estos tiempos que nos está tocando vivir, es muy frecuente que asistamos a un desplazamiento en el escalafón de las capacidades y disponibilidades en casi todos los órdenes de la vida.

A mi alrededor, cada vez conozco más gente que antes tenía trabajo y ahora no. Cada vez sé que más personas entre las que conozco eligen los supermercados por los precios que ofrecen y seleccionan las
marcas blancas en vez de “las de siempre”. En las casas se varían los menús diarios, se sale menos,…Quienes antes pasaban dos semanas al año viajando por el mundo con toda la familia, ahora prefieren un destino español durante unos días. “Se descansa más” dicen algunos. “No llega para otra cosa” confiesan otros. Pero todos ellos siguen teniendo intactos sus “derechos sociales de primer mundo”. Faltaría más. Somos una potencia mundial rivalizando por codearnos con los más grandes y aún con nuestras miserias, somos un país muy afortunado. Tenemos libre acceso a la Educación, la Sanidad,… Coberturas de desempleo, dependencia,… Agua, electricidad dentro de casa,…. Y eso es así sobre todo ahora que estamos en crisis.

El “estado del bienestar” decimos,… y tenemos razón. Hemos tenido la oportunidad de cotizar para tener ese derecho y nadie nos lo puede quitar. Somos un país desarrollado y no puede ser de otra manera.

Pero existen otros entornos en los que no ha habido ninguna oportunidad de cotizar para adquirir ningún tipo de derecho social. Existen otros mundos en los que no ha habido posibilidad alguna de bajar en ningún escalafón. Sitios donde no se puede reducir el consumo diario ni su coste. Cuando sólo se come una vez al día y además esa comida se compone de alimentos como el ñame o la mandioca, no se tiene ninguna posibilidad de comer menos veces al día o de variar el menú. La alternativa es más hambre que la que ya se soporta comiendo sólo una vez al día.

En las economías de subsistencia, además, no existen las vacaciones. Cuando todas las horas útiles se dedican a conseguir el alimento de supervivencia para tu familia, no te puedes permitir dejar de trabajar ni un solo día, so pena que también se deje de comer.¿Y tus derechos sociales? Tus hijos no pueden ir a la Escuela porque no existe o porque su trabajo es necesario para sostener a la familia. Si enferman, más vale que no sea grave, porque el hospital más cercano, no existe o está a una distancia insalvable, en kilómetros o en dinero. Conseguir agua es un reto diario. Que además no se convierta en un veneno letal, es otra prueba a superar. ¿Y la electricidad?. Eso es algo que simplemente no entra en los planes de una gran parte de los mundos que nos rodean.

Qué duda cabe que a cada uno nos aprieta el zapato que llevamos puesto. Nuestra sensibilidad al dolor ajeno pasa a un segundo plano si a nosotros nos duele algo. No importa que sea comparable o no. El YO siempre va delante del y el NOSOTROS se conjuga delante de VOSOTROS o de ELLOS. Y eso es así, sobre todo en tiempos de crisis. Nuestros “por si acaso” reducen aún más nuestra ya mermada capacidad de ayudar a quienes más lo necesitan. No importa que hablemos de Empresas, Particulares o Estados. Todos van – vamos – a aplicar el deslizamiento de prioridades y al final aquellos que sentimos más lejos, se van a alejar aún más y se pueden quedar fuera de nuestros presupuestos.

Sentimos que la necesidad a nuestro alrededor es mayor que antes. Y lo es. Percibimos que existen a nuestro alrededor cada vez más personas que necesitan nuestra ayuda. Y las hay. Lo que muchas veces no somos capaces es de comparar esas necesidades extraordinarias, con las habituales de ciudades enteras en sitios como el África Sub-sahariana o grandes asentamientos de chabolas junto a grandes ciudades del mundo desarrollado. Quizá ni siquiera somos conscientes de que, a veces, estamos comparando a quienes con sus hijos en la Escuela tienen dificultades para pagar la hipoteca y comer tres veces al día, con quienes duermen en el suelo y comen una vez al día, viendo cómo sus hijos, en el mejor de los casos, están condenados a una miseria como la suya.

La solución,… Supongo que no existe una sola, pero lo que si sé es que quienes tenemos capacidad de ayudar, tenemos una responsabilidad suplementaria. Si antes ayudábamos 10, ahora tenemos que ayudar 12,
15 ó 20. No podemos olvidarnos de que nuestro entorno está en crisis, pero sobre todo tenemos que acordarnos que en otras partes del mundo esa crisis es un drama aún mayor que sume a una gran parte de nuestros congéneres en una sima mucho más profunda que la que ya les acosaba. Sin nuestra ayuda, están perdidos y con ella, solo les garantizamos que puedan luchar para intentar salir de la espiral de miseria en la que están inmersos.

Por eso en la Fundación Alaine queremos crecer. Queremos ser más para poder ayudar más. Funcionamos sin gastos de estructura central. Eso garantiza que un euro donado aquí, es un euro invertido allí. Ayúdanos a ayudar, porque recuerda que,…

“Nadie es tan pequeño que no pueda ayudar a que Todo el Mundo pueda sonreir”

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