Ayer hacía 15 días que operaron a Aline y lo estuvimos celebrando en casa. Como se hacen éstas cosas. Con buenos amigos.
Parece mentira que hayan pasado tan rápido las semanas de preparación, la espera de su llegada, las consultas, el preoperatorio, … y ahora, dos semanas después la encontramos francamente recuperada, tanto desde el punto de vista físico como desde el anímico.
Nuestros recuerdos son siempre selectivos. En este tipo de situaciones el tiempo siempre transcurre de diferente forma. No es lo mismo echar la vista hacia delante y esperar a que llegue un momento que deseamos por encima de todas las cosas, que echarla hacia atrás recordando los nervios que rodearon la espera. No es lo mismo la víspera, que el día después.
A Aline y a su madre, todavía les queda un mes en España. Un mes durante el cual Aline seguirá bajo observación médica, continuarán las pruebas que garanticen que su retorno a Kalalé, sea en condiciones ideales de salud. Plenamente recuperada y con todo el futuro por delante. Allí le espera su familia,…
Otra forma de medir el tiempo. La de los seres queridos en la lejanía. No importa que sean cientos o miles, los kilómetros que les separan. Importa estar en la
sala de espera, aunque esté junto al quirófano. Cómo no va a importar estar tan lejos, sujeto a esporádicos contactos telefónicos. Ya no se trata de espera o recuerdo. A esos efectos, además, se les une el factor distancia. ¡Que pequeña les parecerá el día que Aline y su madre, estén de vuelta.
Os dejo el enlace de la Sociedad de Misiones africanas, donde Marcos Delgado resume el proceso hasta la fecha: “Gracias a Dios”