Cotonou,…

Aterrizamos en Cotonou. Es la capital económica, política y administrativa de Benin. Sede de su principal fuente de riqueza: el puerto de Cotonou. El más seguro del golfo de Guinea, el que tiene más tráfico del entorno y el que reporta, junto al injusto algodón, más divisas al país.

Como en cada ocasión nuestra primera impresión es el calor húmedo que se cuela en el avión tan pronto como abren la puerta para desembarcar. Un calor que contrasta con las condiciones en las que viajamos dentro del avión.

Este año recién estrenado, llegamos con más ganas de lo habitual. Volvemos a Benin tras 22 meses de ausencia. Meses que se nos han hecho muy largos por diferentes circunstancias.

Algunas las hemos compartido casi todos. Son esas cosas que nos han pasado a todos pero que hemos experimentado en carne propia como si no hubiera nadie más importante en el mundo. Otras cosas nos han sido tan ajenas como si realmente nos les ocurrieran a nadie en el mundo.

Pero hay otras de las que afortunadamente hemos podido ser conscientes. Pasar 22 meses sin revisar los proyectos conocidos o sin visitar otros nuevos, nos ha obligado a madurar. Nos ha obligado a comprobar que nuestras contra partes no solo merecían nuestra confianza, sino que podían, además, caminar solas.

En este tiempo hemos podido culminar los proyectos en marcha. Hemos podido seleccionar otros nuevos entre las propuestas recibidas y hemos visto como los proyectos se desarrollaban con normalidad.

Esa prueba de madurez, nos ha hecho patente que somos prescindibles,… y esa, para nosotros, es una excelente noticia.

La Fundación ALAINE nace para asegurar la supervivencia de la memoria de nuestra hija Alaine. Para que todo el mundo la recuerde. Solo estuvo entre nosotros 16 años, pero queremos que mucho después de que sus aitas ya no estén en este mundo, siga habiendo personas que la recuerden y que recen por ella,… en las huertas, en las maternidades o los centros nutricionales, en sus casas, en las escuelas, en una pequeña capilla de un poblado perdido en la maleza o en una mezquita,… Y que siga habiendo nuevos proyectos que aseguren ese legado,… por eso estos meses pasados, también son una buena noticia.

Ya estamos en Cotonou. Solo nos quedan los trámites aeroportuarios y podremos comenzar nuestro viaje “de verdad” aquel que nos va a llevar a un pasado del que queremos rescatar a los que menos tienen. A los que no pueden elegir, como quería Alaine.

Alaine quería que todos los niños del mundo pudieran tener las mismas oportunidades. Por eso sé que hoy, en el aeropuerto de Cotonou, me va a costar mirar a los ojos del empleado de inmigración. Afortunadamente no le tengo que enseñar mi pasaporte COVID con las tres vacunas recibidas sino tan solo una prueba PCR de menos de 48 horas.

Ya en marcha. Te lo iremos contando!

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