En la Fundación Alaine tenemos una clara vocación de género. Nuestros proyectos tienen como principales beneficiarios a los niños, pero sobre todo a las niñas. Pensamos, además, que para conseguir determinados objetivos con los hijos es preciso trabajar con las madres.
Por ello, fieles a nuestra “misión” de crear oportunidades allí donde no las hay, buscamos en aquellos “caladeros” en los que nos parece que vamos a encontrar beneficiarias más vulnerables y que, de forma simultánea, vayan a facilitarnos un mayor efecto multiplicador de cara a nuestros objetivos. Ese es el caso de las chicas de la calle.
En Benin hemos apoyado la creación de “Centros de Acogida y Formación”para chicas, en Pereré, Abitanga, Igberé, Manigri, Kpabegou, Sirarou y Segbana. También estamos ampliando la capacidad de otros como el de las Terciarias Capuchinas de Nikki. Son proyectos con un alto componente asistencial, por lo que es preciso apoyarles de manera recurrente. El resultado es que, cada año, un buen número de chicas obtiene su título de costura, peluquería,… y comienza a tener el futuro en sus propias manos.
También lo hacemos en Togo, con los Salesianos de Kara. En este momento hay ya 27 chicas y queremos asegurarles la manutención, los gastos corrientes de agua, sanidad y luz, los profesores de refuerzo que ayudan a las chicas a recuperar el nivel escolar propio de su edad y una beca anual que añadimos para apoyar la inserción de las chicas que dejan el “hogar” por razones de edad y para ayudar también a las que consiguen acceder a la universidad.
Necesitamos sufragar los gastos de funcionamiento ya que se trata de un proyecto asistencial y de inclusión con el que pretendemos que todas y cada una de las chicas del norte de Togo, que se han visto obligadas a buscarse la vida en las calles, puedan recuperar su futuro.

