Durante 2010 hemos iniciado actividades en Togo. Se trata, según nuestro criterio, de nuestra expansión natural. Muchas de las etnias y de las lenguas utilizadas en uno de los países, son habituales en el otro. La moneda, la lengua, el IDH, los problemas de escolarización, de supervivencia,… demuestran que, a la postre, la frontera es una mera cuestión administrativa.
En concreto Togo comparte con Benin la moneda, el francés, la enorme variedad de etnias en una población de escasos 6 millones de personas, el tremendo porcentaje (69,3%) de esa población que vive por debajo de 2 $ diarios, los 5 hijos por mujer, la poligamia, la bajísima escolarización en secundaria,… y una de las últimas posiciones (159ª) en el Índice de Desarrollo Humano de la O.N.U. Existe, sin embargo, una diferencia. Mientras Benin lleva un par de décadas de esperanzador devenir democrático con tranquilos cambios de partido en el Gobierno, Togo ha visto cómo en 2005, tras el fallecimiento de quien estuvo al frente del país 38 años gracias a un golpe de estado, ha sido sustituido por su hijo en unas elecciones más que dudosas, a juicio de los observadores internacionales.
La economía de Togo está también basada en la agricultura de subsistencia ocupando al 65% de la población y el 41% del Producto Interior Bruto. Los principales productos para una exigua exportación, son el algodón, el coco y el café.
Kara se sitúa a más de 400 kilómetros al norte de Lomé, la capital de Togo. Cuenta con algo menos de 120.000 habitantes y es la principal población de la región de su mismo nombre. Está situada muy cerca de la frontera con Benin y a la altura de Djougou con quien comparte problemas de escolarización en Educación Secundaria y Bachiller.
El barrio de Kara donde hemos decidido prestar nuestro apoyo a los Salesianos como Contraparte local, esta habitado principalmente por emigrantes de los poblados rurales de la región, con pocos o nulos recursos, baja tasa de escolarización de las niñas – sobre todo en secundaria -, alcoholismo en aumento, alta tasa de paro y donde habitualmente las madres son vendedoras por las calles.
Durante nuestra primera visita en enero de 2011, una de las cuestiones que nos llamaron la atención de una forma especial fue que las calles constituyen el único referente de muchos niños y niñas que, procedentes de las zonas circundantes, buscan en Kara una triste salida a su precaria vida. Proporcionarles una salida válida ha sido nuestro proyecto, financiando una iniciativa de los Salesianos.