Hoy es día de traslado y de trabajo. Comenzamos la visita a los proyectos de Yaoura, los más básicos de todos: pozos para suministro de agua saludable.
Las campanas de la parroquia de Abitanga, nos han despertado a las 6:00 anunciando la misa diaria de las 6:30 horas. Eso nos ha ayudado a adelantar las tareas previas a la puesta en marcha. Con las maletas grandes ya “embolsadas” y en el coche, hemos desayunado, nos hemos despedido de las Hermanas y para las 8:00 ya estábamos en ruta.

De paso por Djougou hemos querido visitar a Giselle, una peluquera que aprendió el oficio de la mano de las ayudas de la Fundación ALAINE a Père Marcos cuando estaba en Bougou.

Nos hemos encontrado con Père Jean Claude en Copargo. Hemos quedado en vernos allí para, de camino a Yaoura, visitar Angue, uno de los poblados en los que financiamos, durante 2022, un pozo.

La visita a Angue ha tenido “sorpresa susto” al menos para mí. No se podía llegar al poblado en coche y la distancia era excesiva para hacerla andando. La solución, ir en moto. Algo que aquí es habitual, pero que a mí es de las pocas cosas que me dan un miedo de esos poco racionales.
Ya nos paso también hace un par de años en Wakouke. También en esta zona. Pues bien hoy, en un descampado junto a un grupo de casas, nos esperaban las motos para llevarnos de “paquete”

Sin casco, incluso sin gorra por miedo a que se volara, con la cámara cruzada en el pecho, hemos librado la distancia hasta Angue, dando saltos por una vereda muy estrecha y desgastada por el paso de las motos. Hemos superado un cauce estacional que a estas alturas está ya seco y hemos llegado sin más altercado que el susto de la rama baja de un anacardo.
El pozo de Angue salió bien a la segunda. La primera encontró una gran piedra a unos 10 metros y ahora parece que tiene algo de agua turbia que utilizan para construir las casas de la zona.

La población está encantada con el pozo. Viven bastante dispersos y parece que las necesidades de la zona provocan que solo sea suficiente para beber. Incluso llegan con motos desde lugares alejados, para coger agua. No se pueden plantear regar huertas ni nada parecido. Nos piden ayuda.

También nos piden ayuda para poder tener una escuela. Les hemos preguntado por qué no han comenzado. Les hemos explicado lo que hacen otros pueblos, construyendo un cobertizo, pagando un maestro y comenzando la escolarización de sus hijos. Les hemos puesto el ejemplo de Wakouke y casualmente había una mamá de aquel poblado en la reunión y ha dado su testimonio corroborando mis palabras. Han prometido intentarlo.

Tras la apertura oficial del pozo y las fotos con las mujeres, nos han invitado a comer, arroz con pollo y panache, la cerveza con limón beninesa. También nos han regalado un par de pollos, que han viajado en el manillar de la moto.
El recorrido de vuelta en moto hasta el coche, se me ha hecho más corto y pronto (y entero) me he vuelto a ver con los pies en el suelo.

Pasaban los 14:15 cuando nos hemos sentado a comer por segunda vez, en la Misión de Yaoura. Es algo habitual y no lo podemos evitar. Del poblado no te puedes ir sin tomar una cantidad apreciable de lo que te ofrecen y no puedes dejar de “cumplir” con quienes tienen todo preparado cuando llegamos a la Misión.
Tras un rato de reposo, hemos visitado al Delegué y el exiguo centro de salud de Yaoura. Proyectado con dos edificios (maternidad y dispensario), hoy realizan ambas funciones en uno solo. Falta de espacio, zonas compartidas que no deberían serlo, falta de luz, ausencia de agua limpia,… una pena.

Es una constante en el norte de Benin. Escasas infraestructuras, mal equipadas, con suministros escasos, personal desmotivado y que debe atender una amplia zona con mucha población dispersa. Los indicadores de la OMS de habitantes por personal sanitario, multiplican por 4 los datos medios de Benin como país. El sur está más desarrollado, por lo que los datos del norte son aún peores.
En Yaoura, seguimos casi sin cobertura, por lo que hoy la crónica diaria no podrá salir. Nos cuesta incluso pasar mensajes de texto para informar a la familia que seguimos bien.

Este año nos hemos encontrado, además, con una dificultad adicional. Las baterías de la misión ya no dan el rendimiento habitual y la falta de corriente es algo habitual. Espero que me aguanten las baterías de la cámara. Las de los móviles importan menos al no tener casi cobertura.
Mañana nos vamos a Koperou y a Yutanssi. Seguiremos haciendo el resumen, para cuando lo podamos enviar.