Son ya bastantes los indicadores que están dando la alerta en los últimos meses. Son muchos, pero tenemos el riesgo de que la mayoría nos pasen desapercibidos detrás de otros que, en el primer mundo nos pueden resultar más llamativos. Por cercanos y por que nos resulta más directo el impacto visual de quienes se ven afectados.
En recientes debates o reflexiones personales, he llegado a la conclusión que todos esos indicadores resultan estar encadenados y me resulta cada vez más evidente que, como en todas las cadenas, es el eslabón más débil el que acaba por romperse y por dar al traste con toda la cadena.
No pretendo hacer una disquisición económica, sino más bien aportar una serie de destellos que nos muevan a reflexionar sobre estas cuestiones.
Estos días hemos podido ver un informe del Banco Mundial (BM), sobre algunos de los principales aspectos de esta cuestión. En líneas generales, sus conclusiones son demoledoras. El número de personas que vive por debajo del umbral de la pobreza crece rompiendo la tendencia anterior. Ya son más de 1.300 millones de personas.
Las ayudas gubernamentales desde los países desarrollados, se reducen este año, según el BM en unos 700 millones de dólares. Los compromisos de aumentar la ayuda asumidos por los donantes en la Cumbre de Gleneagles de 2005 ya registran un retraso de alrededor de 39.000 millones de dólares,… Y así suma y sigue.
A eso, le podemos añadir otro efecto al que somos más capaces de poner cara y ojos. A eso le unimos que muchos de los que abandonaron su tierra y a su familia para poder trabajar en el primer mundo, se están quedando rápidamente en paro. Con escasas prestaciones sociales por lo cotizado se encuentran con que no pueden enviar dinero pese a malvivir en la indigencia. Y de esa forma se me ocurren dos efectos inmediatos.
- Con la caída del importe global de las Remesas, se pierde una fuente muy importante en el desarrollo de los países más desfavorecidos. ¡Otra más!
- Con la pérdida del empleo, malviviendo lejos de la familia y sin poderles ayudar económicamente, muchos inmigrantes se volverán a sus países de origen acrecentando el problema laboral de los mismos y la precariedad económica de su familia.
En estos próximos meses tendremos una visión de lo que los Gobiernos del primer mundo van a estar dispuestos a hacer. Al menos lo que van a hacer en términos de transferencia de recursos económicos, pero en cualquier caso las cifras conjuntas van a ser inferiores a las de los años anteriores cuando ¡LAS NECESIDADES SON CLARAMENTE SUPERIORES!
Por eso, me animo a intentar que la aportación de la Fundación Alaine en 2009, supere de forma sensible la de 2008. Supongo que no queda más remedio que intentar que las iniciativas privadas suplan lo que los Gobiernos no quieren o no pueden hacer.