Los domingos son días tranquilos también en Benin. Hoy hemos acudido a misa a Kabo, un poblado de la frontera con Nigeria. Un pueblo con una buena parte de su economía basada en la frontera y que está sufriendo el cierre de la misma a costa del tráfico de arroz y carburante. Un trafico que favorece pequeñas economias familiares que controlan grandes economias.
El ejemplo del arroz es claro. Nigeria no produce arroz y sus habitantes consumen mucho arroz. Por ello el gobierno nigeriano puso unos aranceles altos que favorecieran a productores locales y animará a otros a plantar arroz. Mientras, coches, motos y camiones cruzaban la frontera de forma ilegal llevando arroz a Nigeria y trayendo carburantes a Benin. Pero el arroz que al comienzo era beninés, pronto dejó de serlo y se comenzó a importar en masa desde asia aprovechando los bajos aranceles del puerto de Cotonou, en Benin. Ese tráfico mayorista es el que ha provocado el cierre de la frontera y el que está perjudicando al comercio local.
Como efectos colaterales, el carburante ilegal, mas barato, escasea y provoca problemas al transporte en general y el parque móvil habitual de viejos 504 y de 505, tienen en esta zona ejes y grandes ruedas que dan altura al vehículo y le hacen más apto,… para cruzar la frontera por la “maleza”
Otra característica de la zona es el gran número de etnias que conviven en los poblados. Muchas etnias equivalen a muchas lenguas. Una gran riqueza cultural pero un gran freno al desarrollo.
la zona es también una etapa mas en el exodo rural hacia Nigeria. Una etapa que a veces se convierte en asentamiento definitivo en el que hacer “el campo estacional” y desde el que hacer “el éxodo rural” entre cosechas.
Por la tarde y tras un rato de descanso nos hemos ido a ver al rey local. Habitualmente se trata de personajes que piensan en su pueblo y suelen solicitar ayudas colectivas y solo en una pequeña medida ayudas para sí mismos. Hoy no ha sido el caso. Tras escuchar las actuaciones solidarias que tenemos previstas en su territorio, nos ha pedido un pozo para su casa a lo que le hemos contestado cortés pero firmemente que no.
Tras las formalidades de rigor nos hemos dado un paseo por Kpari ya que hoy es día de mercado. Cada domingo, en las horas centrales del día, el borde de la pista que atraviesa Kpari se convierte en una activo mercado con gentes del pueblo y de los alrededores realizando la compra. Desde recarga de teléfonos hasta una gran variedad de ropas y utensilios, pasando por comidas y condimentos. Como último ingrediente, muchas motos en todas direcciones con incesantes toques de claxon. Y polvo, mucho polvo.
Ya de vuelta hemos podido ver como juegan los niños con sus juguetes improvisados. El futbolín costaba 25 francos cfa la partida (3,8 céntimos de euro). Hace unos días Lola nos enviaba desde Níger una carreta de bueyes realizada con mucha imaginación, 2 chancletas viejas y una lata.
Hoy le correspondemos con unos estupendos camiones de gran tonelaje.