Anoche después de distribuir todas las cosas que habíamos recogido por la mañana y de pesar todas y cada una de las maletas, para no superar el peso establecido por la aerolínea, nos dirigimos al aeropuerto de Cotonú. Es uno de los indicadores del desarrollo de este país. Al menos en el sur. En los 12 años que llevamos trabajando en Benin el cambio en el aeropuerto ha sido notable. La última novedad es un pequeño puesto de bebidas y snacks dentro de la sala de embarque.
El parecido con una de nuestras unidades de vending se acaba pronto porque hay una persona que atiende en un pequeño mostrador. Las semejanzas vuelven a ser del 100 % cuando llegas al precio. Una pequeña cerveza en la sala de embarque tiene un tamaño de menos de la mitad de las que estamos acostumbrados en el norte del país y cuesta más de tres veces lo que aquella. ¿ será el desarrollo? Lo cierto es que estaba mucho más fría que las del norte.
La verdad es que después del calor en el exterior, entre el aire acondicionado del aeropuerto y la cerveza, rápidamente recuperamos el confort que siempre perdemos cuando llegamos a Cotonú por el efecto combinado del calor y la humedad.
El vuelo se ha desarrollado con normalidad hasta Bruselas y como siempre nos ha impactado el fuerte efecto de la luz, de las tiendas del Duty Free, y el Luxury Hall de este aeropuerto. Aun pasando por Cotonou es un cambio demasiado brusco en relación con nuestro trabajo de las últimas 5 semanasc.
Mientras tanto nos van llegando noticias de los proyectos en formato gráfico.
La ampliación de la Maternidad de Kerou,….
La evolución de la huerta de baobabs,…
Y la marcha de Virou en la escuela de Kandi,…
Que nos ha permitido poder corregir la escritura del nombre: Bellou, aunque parece que suena como lo escribíamos antes.
Ya de vuelta en casa, con todas las maletas, comenzamos a poner todo en orden para poder contároslo.