Dè, Boukanere y Dekribí

El agua, punto de partida.

Dentro de las barreras para el desarrollo una de las principales es el agua. Conseguirla es una de las ocupaciones que lleva más tiempo a las mujeres quiénes por ello, acaban recurriendo a sus hijos y sobre todo a sus hijas para que les ayuden. Eso evita que niños y niñas puedan acudir cada día a la escuela y perpetúa el modelo familiar de supervivencia.

La falta de agua constituye también un importante problema de salud. Las familias de los poblados que carecen de pozo tienen que recurrir a pequeños riachuelos estacionales que comparten con los animales. Al inicio de la temporada seca estos riachuelos ya no suelen llevar agua y por ello las mujeres excavan pequeños hoyos que van profundizando a medida que el nivel freático va descendiendo. El resultado es un agua de ínfima calidad que provoca fuertes problemas sanitarios sobre todo a los más vulnerables: los más pequeños, desnutridos y habitualmente con paludismo.

Ese es el panorama en la mayoría de los poblados del norte de Benín y ese es el principal freno al desarrollo en todos los órdenes de esos poblados. Si los niños tienen que ir a por agua cada día, no pueden ir a la escuela lo que les condena a una espiral perversa en el que replicarán el modelo familiar actual de mísera supervivencia.

Ese problema es el que hoy nos ha llevado hasta Dè y Dekribí, dos poblados casi gemelos con los mismos problemas de falta de agua y por ende de salud precaria y falta de escolarización. La única ventaja es que son conscientes de lo que necesitan para salir adelante.

Nos hemos reunido con los Jefes y los Mayores de cada uno de los poblados. Lógicamente también han participado las mujeres mientras los niños y niñas nos rodeaban por todos los lados. En ambos poblados hemos querido visitar los lugares en los que cogen el agua.

Primero ha sido en Dè. Más de 1.200 metros hemos tenido que recorrer de ida y otros tantos de vuelta, todo para encontrar una charca en la que cogen un agua turbia de pésimo aspecto. “En unas semanas más de temporada seca, se acabará el agua, nos han dicho, y tendremos que ir más lejos. Los hombres nos ayudan entonces con bidones y las motos”. De regreso al poblado hemos hablado de la aportación del poblado: un terreno vallado junto al pozo para que las mujeres puedan tener unas huertas. Los hombres han aceptado vallar el terreno artesanalmente y también ayudar a las mujeres con las tareas más duras de preparación del terreno. La verdad es que nos han sorprendido gratamente.

Por último nos han pedido ayuda para iniciar la escolarización de sus hijos. En Dè tienen muy claro el camino, pero necesitan ayuda. Poco a poco les iremos ayudando, comenzando por una perforación para suministro de agua. A partir de ahí si van cumpliendo sus compromisos iremos avanzando con las huertas y la escuela semilla.

La visita a Dekribí, ha sido un calco. Distante unos pocos kilómetros de Dè, comparte problemas,… y soluciones. Afortunadamente los hombres han mostrado la misma predisposición, lo que anticipa que la solución puede llegar de una manera más rápida. Nos han dicho “el agua es para todos, la verdura de las huertas también y yo quiero que nuestros hijos hablen francés y para eso tienen que ir a la escuela. Yo también quiero aprender francés, ha concluído”. En los poblados las reuniones son siempre con traductores a las lenguas locales. En esta zona es en Batonou, el idioma de los baribas, aunque la mayoría eran Gandós y Peul asentados.

Boukanere ya está muy por delante de Dè y Dekribí en términos de desarrollo. Hemos estado con ellos muchas veces. Comenzamos con las microfinanzas y tras varios años de éxitos colectivos, co financiamos un tractor. Hoy nos han contado cómo les ha ido la campaña de este pasado año, con sus luces y sus sombras. No han ganado dinero con el trabajo del tractor para terceros, debido a las averías y su coste, pero cada una de las mujeres del grupo tiene en su casa un volumen de sacos de soja sensiblemente superior al que hubieran tenido de haber realizado el trabajo de forma manual. El año que viene terminarán de pagar su parte.

También hoy nos han contado en Boukanere el problema que han tenido entre las campañas de 2018 y 2019. Conscientes de los vaivenes de precios (normalmente al alza) de productos muy apreciados por el mercado internacional, como los anacardos, las mujeres compraron sacos a 40.000 francos cfa, seguras de ganar algunos miles de francos por saco esperando unos meses para venderlos. Pues bien el precio ha caído a 24.000 francos por saco. Parece que el desarrollo tiene tendencia a provocar estos efectos perniciosos de deseo de fácil enriquecimiento.

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: