Hoy después de más de una hora traqueteando por una pista de tierra, hemos llegado a Dagourou.
Se trata de un poblado en el que abundan las etnias Peul y Gandó. Docenas de niños corrían por los caminos polvorientos entre las casas y haraganeaban por los alrededores.
Dagourou tiene pozo y agua saludable pero no tiene escuela. La más cercana se encuentra fuera del alcance de los chavales
En este poblado ha sido necesario que Lamatou, nuestra monitora / animadora / traductora, se empleara a fondo para que la alegría habitual de las canciones y los bailes, utilizados normalmente para entretener la espera y dejar que la gente de los alrededores acuda a la llamada, se produjera de una manera fluida. Algunas, junto a nosotros, seguían con sus quehaceres.
Durante la espera nos han advertido que había varias personas con heridas infectadas y tras una breve revisión nuestras anfitrionas han dispuesto las cosas para que un par nos acompañaran para darles medicamentos y material para limpiar y desinfectar las heridas y para enseñarles a hacerlo. Al marchar del pueblo nos han acompañado.
Finalmente han acabado los bailes y han comenzado los discursos. También en este caso ha sido necesario insistir. Nadie tomaba la palabra hasta que por fin una mamá nos ha dicho que “nos daba la bienvenida y que nos pedía ayuda para que los niños pudieran ir a la escuela”.
Posteriormente un hombre ha destacado que “haya tenido que ser una mujer quien tomara la palabra para pedir una escuela” Lo ha calificado de excelente noticia “ya que son las madres quienes envían o no a los hijos y sobre todo a las hijas, a la escuela” Todos han aplaudido expresando su voluntad y su compromiso con la escolarización de sus hijos.
Por nuestra parte hemos insistido en que si alguien necesita ayuda para subir su carga a la cabeza, debe comenzar por ponerse esa carga en la rodillas. Ese proverbio que aprendimos aquí en Benín es perfectamente entendido por las poblaciones. Saben que no van a recibir un regalo. Saben que deben trabajar para conseguir su objetivo.
Les hemos dicho que en otros poblados nos han recibido con un hangar de palos y hojas de palmera donde intentan escolarizar a sus hijos demostrando con ello la voluntad firme que tienen para hacerlo. Les hemos dicho que a la entrada de Dagourou no hemos visto ningún hangar sino que hemos visto a los niños solos por la calle.
Antes de irnos han prometido comenzar con el hangar, buscar un profesor y que comience con la escolarización. Por nuestra parte les hemos dicho que si eso es así y son constantes en el envío de sus hijos y sobre todo de sus hijas a clase, pronto tendrán su primera escuela. Pensamos que es necesario actuar así. No nos gusta que vean que es fácil financiar una escuela. Algo que para ellos es prácticamente imposible. Cuando se materialice su compromiso sabremos que la pequeña escuela de Dagourou, será otro éxito,… gracias a vuestro apoyo!