Comenzamos nuestra segunda semana en el norte de Benin y seguimos en Nikki.

En numerosas ocasiones, hemos comentado que queremos trabajar en la periferia y para ello es necesario comenzar por lo más básico.
Trabajar en la periferia, implica alejarse del asfalto y recorrer pistas de tierra y caminos, más de moto que de coche, que nos permiten llegar hasta lo que damos en llamar “poblados de la maleza”. Lugares que se ven aislados en la estación de lluvias y que el resto del año soportan unas rutas quebradas por los efectos de esas fuertes lluvias.

Son poblados que, paradójicamente, no tienen agua potable y que la que utilizan la comparten con los animales en riachuelos o en cauces estacionales en los que, durante los 8 meses de estación seca, tienen que cavar para poder llegar a un poco de agua turbia.
En esos poblados siempre oímos hablar del agua y de sus efectos sobre la salud y la falta de desarrollo. No se puede hablar de otra cosa si te falta lo más básico. Las peticiones siempre van en ese sentido.

Por eso en la Fundación ALAINE tenemos un Programa anual del Agua. (ver Programa 2023), al hilo del Decenio del Agua de la ONU. Con él, tratamos de desencadenar, en el mayor número de poblados que nos sea posible, el desarrollo a través de las huertas para mujeres y del inicio de la escolarización de los más pequeños.

Normalmente, una vez conseguida el agua, las mujeres piensan en trabajar una pequeña huerta para tener verdura fresca en casa, para poder vender sus productos en los mercados de las poblaciones más grandes y tener dinero en el bolsillo para imprevistos. Pero normalmente no tienen conocimientos al respecto y es preciso acompañarles en el esfuerzo.

Hoy vamos a visitar varios poblados. En cada uno de ellos ya hay una bomba para el suministro de agua y en tres llevamos ya unos cuantos meses con una prueba piloto de animación y formación de las mujeres para acompañarles en su trabajo de las huertas comunitarias. Una prueba piloto desarrollada con la ONG local OAN Nikki.

Se trata de Bessangourou, Sansi y Dè. En los dos primeros ya hay experiencia por parte de las mujeres en trabajo conjunto, en el tercero no.

En los tres, las mujeres trabajan las huertas de una manera que podemos llamar “comunitaria”. Teóricamente todas trabajan toda la superficie y comparten los frutos de ese trabajo. La realidad se rompe en aquello de “todas trabajan”

En los dos primeros casos, trabajan un tercio de las mujeres del grupo y el resto sólo aparece para aprovecharse de ese trabajo. Es evidente que esa situación no es sostenible y surgen los problemas.
En el caso de Dè es aún peor y la proporción de las mujeres que trabajan frente a las que no lo hacen es aún menor. Lo que complica el asunto.






Aún así, tenemos razones para persistir en el esfuerzo. Apostar por nuestra solución tiene una potencial ganancia enorme: iniciar la escolarización de los chicos y sobre todo de las chicas. Es evidente que no podemos dar un cheque en blanco. Es preciso responsabilizarles, pero aún hay que insistir más, hasta encontrar el sistema adecuado.
Son muchas las barreras a vencer y las inercias a corregir. La cultura, la tradición, el “siempre se ha hecho así,…” Los cambios de este tipo son siempre lentos, por eso debemos tener paciencia nosotros y mucho coraje las mujeres de esos poblados.



De momento la prueba piloto ha salido bastante bien (dentro de la gravedad) en Bessangourou y Sansi. Y queremos dar, además, otra oportunidad a Dè. Al menos han iniciado la construcción de un pequeño cobertizo para iniciar la escolarización de sus hijos e hijas. No piden una prórroga demasiado larga. Pronto sabremos si van en serio o no.

La jornada ha sido especialmente dura con muchos kilómetros por pistas de tierra, arena y polvo, ya que además de esos tres poblados, hemos visitado, Barikedge. No tienen agua y parece que lo que si tienen es muchos problemas de desnutrición infantil.
Nosotros nos hemos sentado a comer a las 16:00 horas y en la sobremesa hemos ido iniciando junto a OAN Nikki, las conclusiones y próximos pasos para la prueba piloto. “On va voir”
Menos mal que la tarde la teníamos tranquila con una cita con un viejo amigo: Père Angel. Fue el que hizo el seguimiento de nuestro primer proyecto en Benin: un edificio de aulas en la escuela de educación primaria de Kalalé. Después le visitamos varias veces en Bouka donde financiamos varios proyectos más y ahora está en la Misión de Nikki. El miércoles visitaremos algunos poblados con él. Seguro que nos propone algo.

Y mañana, después de misa de 8:00, nos vamos con las Terciarias Capuchinas a visitar Gourre Deme. Os lo contaremos.